Demos la espalda a la incoherencia

Allá por mayo del 2020 alguien me dijo: “esta pandemia va a sacar lo bueno y lo malo de la gente”. He de reconocer que no se equivocó ni un poco. Lo que nunca hubiera pensado es que iba a sacar tanto mal. En los últimos 14 meses hemos sufrido mucho, más de lo que jamás hubieramos pensado y me da la sensación de que hemos aprendido poco.

Las instituciones nos sorprenden cada día y no gratamente. Pasaron de decirnos que era una gripe, a que era una pandemia. Dieron prioridad a la economía de algunos, frente a la protección de la salud. No hay que olvidar que nos confinaron en nuestras casas y nos mandaron a trabajar en trenes y tranvías abarrotados.

Recortaron nuestras libertades, en ello siguen. Dejaron a su suerte a nuestros mayores, los miles de muertos en las residencias lo testifican. Las alarmas de emergencia social se encendieron, pero ahí se quedó. Tuvo que ser la ciudadanía quien cogiera las riendas para ayudar a quienes no tenían para comer. La violencia de género se silenció, porque estábamos confinados, no porque no existiera. Mujeres maltratadas confinadas con su maltratador.

Ha quedado patente en manos de quiénes estamos. Gobiernos asesorados por expertos, pero no sabemos de qué. Restricciones sin coherencia ni criterio. Expertos que entienden que en Navidad el virus es menos letal, que en Semana Santa la reserva de hotel también hace que el virus sea menos virulento. ¿O tal vez es que no son expertos y son otra cosa? Han sido capaces de que la sociedad interiorice que la virulencia y letalidad del virus avanza porque no hacemos las cosas bien, pero el de al lado es el que lo hace mal.

Si la Atención Primaria ya estaba contra las cuerdas, han conseguido instaurar las consultas telefónicas. Esas que te ponen tratamiento médico sin verte la cara. Un paso más hacia la privatización de servicios públicos.

Han trasladado el debate de las vacunas a la calle, pero no para dar información. La desinformación y contradicciones son el día a día. Respondiendo a ocultos intereses y con coacciones, alarman a la sociedad y por si fuera poco, le obligan a firmar el querer seguir la pauta recomendada por organismos competentes, contraria a la de los que los gobiernos llaman expertos.

Y por si todas las incoherencias, injusticias, dejaciones… fueran pocas, nos quieren entretener con la prioridad de vacunar a la selección española de fútbol masculina. Claro, mientras el tema de conversación es incumplir los criterios de vacunación o no, para vacunar a los expertos del balón, dejamos lo importante y lo que nos afecta.

Saquemos a la calle los debates que nos hacen avanzar como pueblo. Defensa de los puestos de trabajo, servicios sociales y sanitarios públicos y de calidad, condiciones laborales y salariales dignas, respeto a la diversidad…

Es hora de dar la espalda a la manipulación, a la mentira, a los intereses partidistas….