Desarrollo táctico

El presdiente de la Mancomunidad Vasca, Jean René Etchegaray. Foto: Argia

La articulación territorial del conjunto de Euskal Herria, parte también de la articulación propia de Lapurdi, Behe Nafarroa y Zuberoa. Los conflictos políticos basados en las ocupaciones y subyugaciones nacionales y sociales bajo la amenaza armada son difíciles de solucionar, más si cabe cuando son dos los estados a los que hacer frente o con los que negociar en el mejor de los casos.

El aparente compromiso del Elíseo para abordar una solución dialogada sobre las consecuencias del conflicto, no le hace más reflexivo ni proactivo a la hora de afrontar el origen del mismo, el derecho de vascos y vascas a gestionar nuestro futuro de la manera que creamos conveniente.

Pese a nuestra perspectiva nacional y apenas a varias decenas de kilómetros, Lapurdi, Behenafarroa y Zuberoa son más destino turístico, lugar de tránsito hacia las Landas o zona de paso de la dispersión carcelaria, que ejemplo de arraigo social o diversidad enriquecedora. Ipar Euskal Herria nos suena a exilio, a contraventanas coloreadas, a pastoral… nada más lejos de la realidad.

A pesar de que el conflicto político se ha vivido de diferente manera en iparralde y hegoalde, es importante aclarar que también este parte de diferentes planteamientos represivos o de asimilación por parte de los estados. La represión “inteligente” francesa choca con el ejemplo español, al menos en la península, sino basta con preguntar a los argelinos. No menospreciemos el sibilismo y el engaño, la doble vara o el silencio, aquella que lógicamente llamó a la movilización tras lo de Charlie Hebdo, pero que sigue sin recordar a las tres militantes kurdas ejecutadas en el centro de Paris.

Un duro escenario donde sin pausa la ciudadanía de iparralde ha ido definiendo su actual relación con el estado francés, con obstáculos propios y ajenos, con asignaturas importantes aun en el tintero, pero dando a luz una nueva colectividad que tras un año de recorrido y pese a sus limitaciones, ha aportado muchos elementos a la convivencia social y política de esas tres provincias y al conjunto de Euskal Herria.

También en plena reforma territorial y recentralización institucional se ha ido gestando una nueva entidad en Córcega. Tras el buen resultado electoral del 2015, las fuerzas independentistas y soberanistas rubricaron el éxito en diciembre del pasado año alcanzando la mayoría representativa en la nueva asamblea.

Reivindicación de la oficialidad de la lengua corsa, libertad para los presos políticos, instrumentos para frenar la masificación y la inversión en la franja costera en detrimento de las zonas del interior… ¿Nos suena? Otros pueblos, distinta historia y recorrido pero los mismos objetivos. La superación de manera racional y democrática de anteriores fases, y lo más importante, erigirse como sujeto para poder decidir su futuro.

Cuando la unilateralidad muestra sus topes, propios y ajenos, y no hay margen para la bilateralidad, toca seguir trabajando y construyendo, pero también erosionando e incomodando. ¿Seguiremos esperando a que el tren de la soberanía parta hacia Malzaga? Será difícil buscar el equilibrio entre la Gipuzkoa de Monzón y la Bizkaia de Perico, también lo será intentar reencauzar la “jeltzalización” de ciertas políticas del Gobierno de Nafarroa, pero desandar lo andado aún lo es más.

Ante estas y otras muchas interrogantes conviene tomar nota de lo que ocurre al otro lado de la muga. ¿Acaso hubiesen sido posibles los movimientos en materia penitenciaria o el propio proceso de desarme, sin los acuerdos transversales entre diferentes sectores de la sociedad de ipar Euskal Herria? Mucho me temo que no.

Tras un año de andadura la Mancomunidad Vasca se sigue organizando con vocación de herramienta para trabajar por la igualdad y la convivencia, para la no dependencia francesa, para construir país. De ellos dependerá en gran parte convertir lo que hoy muchos consideramos un instrumento, en una realidad colectiva plena, euskaldun y soberana.