ENDAVANT III: Presión económica y mediática para frenar al indepentismo en Cataluña

Para completar la triada, vaya un último artículo sobre las otras dos patas donde han anidado los peores instintos castellanos para intentar descarrilar el proyecto independentista catalán.

Tal vez no vaya más allá de lo obvio ya que los movimientos verdaderamente “sugestivos” en este sentido suelen ser precisamente los que no se ven. Cuando menos ha quedado claro que tanto la presión económica como la mediática, han actuado a modo de instrumento catalizador y preparador entorno al que poder construir una causa penal y un discurso unionista homogéneo.

Uno de los objetivos de esta escalada era el de cortocircuitar la idea de presentar a Catalunya como futuro país viable dentro de la Unión Europea. Nada nuevo si recordamos cual fue la principal baza utilizada por Inglaterra antes y durante el referéndum escocés. Pero el estado español se encontró con que no había una posición unánime ni fija del empresariado catalán sobre el procés.

No tardaron en bombardear a la opinión pública sobre la catástrofe que supondría la desconexión catalana en el actual contexto europeo, para lo que llevaron a las cabeceras de los medios de comunicación numerosos cambios de sede social por parte de empresas ubicadas en Catalunya.

Pese a lo efectista de los titulares, ninguna filial de empresa extranjera en suelo catalán y con mercados fuera del estado ha trasladado su sede a otro lugar. De haberlo hecho, estos traslados no hubiesen supuesto un impacto económico grave, ya que el cambio de domicilio social de cualquier empresa repercute básicamente en el impuesto de actividades económicas, siendo este el impuesto de menor cuantia.

Bastante más preocupante se torna la situación española ante una posible secesión. Catalunya además de aglutinar al 16% de la población del Estado, supone el 19% de PIB, el 22% de sus industrias o el 25% de las exportaciones españolas. Bastan solo estos datos para augurar un oscuro panorama si este u otro proceso similar se completase.

Pero ha sido la hecatombe económica catalana una de las principales herramientas de trabajo para economistas, periodistas y tertulianos de todo tipo. Entre finales de 2017 y principios de 2018 con el conflicto ya en plena efervescencia, Catalunya cosecho un tope histórico en sus exportaciones y un crecimiento del PIB superior al resto de comunidades.

Ninguno de estos datos tracendió a la sociedad, pocos medios de comunicación se hicieron eco de ello.

Bien distinto hubiese sido el escenario en otro contexto de negociación y acuerdo político, pero los grandes grupos mediáticos españoles ni han estado ni están por la labor. Tengamos en cuenta que son empresas y bancos los que financian sus astronómicas deudas.

Es evidente la falta de sensibilidad y rigor respecto a las diferentes realidades nacionales dentro del estado. En el momento en el que desde Catalunya han conseguido articular un discurso propio, les ha faltado tiempo para que desde una falsa ambigüedad o a pleno pulmón, no hayan dudado  en señalar a muchos colegas de profesión como responsables del crecimiento de la opción independentista o cómplices de un golpe de estado.

Desgraciadamente sabemos por experiencia que lo más parecido a un nacionalista español de derechas, es un nacionalista español de izquierdas. Una reflexión que podríamos extender, salvo algunas excepciones, al grueso de las filas periodísticas españolas.

No ha sido elegido al azar que estas dos vertientes, tanto la económica como la mediática, vayan de la mano en este último artículo. Los y las catalanas parten con desventaja, pero a pesar del parón político siguen tejiendo la red para poder asentar su proyecto, sea el actual u otro renovado.

En ese camino podríamos situar el resultado obtenido por la candidatura independentista Eines de Pais, consiguiendo 31 de los 40 asientos en la cámara de comercio de Barcelona, debido al empuje de la ANC con su presidenta Elisenda Paluzie a la cabeza.

Pese a esa sensación de improvisación que ha rodeado al ‘procés’ desde sus inicios, la sociedad catalana sigue intentando construir su proyecto de desarrollo sin dependencias externas. La base de la transversalidad de su mensaje se debe al hecho de compartir ciudadanía, no identidad y a un activismo extendido no supeditado a las necesidades de los partidos, que ha sido capaz de condicionar de una manera contundente la gestión política convencional.

P.D: a modo de epílogo y esperando no haberos mandado de paseo con Morfeo, quiero expresar que los pueblos o naciones sin estado de una manera u otra, en un tiempo histórico concreto o en otro, han desarrollado procesos emancipadores ante la nula disposición –por decirlo lo más suavemente posible- por parte de las naciones o reinos de los que jurídica, política o territorialmente dependían, y que pese a mantener ese denominador común, cada una de esas sociedades a reaccionado de manera diferente también en métodos, tiempos e incluso objetivos, debido a multitud de factores que se proyectan en el tiempo a modo de reivindicaciones y luchas sociales, nacionales o culturales. Catalunya o Euskal Herria no son una excepción.

Desde la cercana lejanía vasca con humildad, respeto y esperanza…