Homofobia en Zornotza

Echar la vista atrás para valorar la evolución del respeto al otro es más que necesario. Los tiempos pasados no fueron mejores, pero la evolución de los comportamientos con respecto a las diferentes orientaciones sexuales ha evolucionado en dos direcciónes contrapuestas.

Hace 30 años eran muy pocas las personas pertenecientes al colectivo LGTBI que lo manifestaban públicamente. Pero las pocas que lo hacían, fueron abriendo un camino de concienciación de la sociedad. El camino fué muy duro, con obstáculos de todo tipo.

Han ido pasando los años, y los diferentes movimientos sociales que han trabajado para hacer visible este colectivo, exigiendo su respeto, han conseguido que la sociedad haya tomado conciencia de que no son bichos raros, sino que son personas.

Cuando parecía que íbamos encaminados hacia la normalización, que la formación y la evolución cultural estaban navegando en la misma dirección, nos encontramos con un cambio de rumbo. En los últimos años en Zornotza, no tenemos que irnos más lejos, los ataques a las personas del colectivo LGTBI están tomando un cariz muy alarmante.

Han sido varias las personas agredidas por su condición sexual. Hechos muy graves que han tenido respuesta con diferentes concentraciones para denunciar estos graves hechos. Pero estas respuestas, aunque necesarias, no solucionan el problema que nos afecta a todxs.

Es hora de sentarse y tomar medidas para erradicar esta agresividad hacia quien es considerada diferente. En casa, en la escuela, en el instituto, en la universidad, en los centros de trabajo, en los lugares de ocio o en las instituciones hay un trabajo muy importante que hacer que no admite demora.

El trabajo con esas personas agresoras es el primer paso que urge dar. Trabajar con ellos, con su entorno, llegar al origen de esos comportamientos y dotarles de los mecanismos necesarios para erradicarlos. No se puede mirar hacia otro lado ante un problema tan grave como el que tenemos, y esperar a que se solucione o desaparezca por sí solo.

Estas personas agresoras deben saber que no son aceptadas en este pueblo, ni en ningún otro. Que su comportamiento les va a llevar a un aislamiento social de quienes no aceptamos su comportamiento, porque sabemos quienes son.

Nunca vamos a caer en el ojo por ojo, diente por diente, pero si vamos a rechazar su comportamiento allí donde estén. Lo haremos señalandoles con el dedo y poniéndonos a lado de quien lo necesite.