Intencionado descrédito de la política

La sociedad en la que vivimos es una sociedad en la que la política es una constante, dando lugar a muchos y diferentes debates, todos ellos enriquecedores. Nuestra sociedad es muy activa, reivindicativa, solidaria, organizada y plural. Es una sociedad viva. A pesar de ello, pasa página muy rápido en algunos temas.

Una parte importante de la clase política cree tener total impunidad para actuar de manera vergonzosa. Todos y todas hemos oído a algunos políticos el desprecio con el que se refieren a los migrantes, culpabilizándoles de todo lo que les ha interesado en ese momento. Esos mismos políticos no han tenido inconveniente en convertirse en migrantes para obtener un cargo político y de paso subirse el sueldo.

Hay políticos que votan en contra de un salario mínimo digno y permiten que miembros de sus partidos se suban el sueldo de forma alarmante e injustificada al llegar a alcaldías. Otros políticos van en cabeza de manifestaciones que piden respeto a la homosexualidad cuando su partido dice barbaridades sobre este tema. También los hay que reconocen haber facturado obras que nunca se ejecutaron y que sus partidos, en muchos casos, no lo han condenado ni con la boca pequeña. A otros tantos se les facilitan retiros dorados, cuando hay muchos y muchas pensionistas que malviven a pesar de haber trabajado mucho y duro, se les pide que se aprieten el cinturón.

Y si miramos un poco más lejos, lo que estamos viviendo con la investidura del Gobierno español está siendo de vergüenza ajena: negociaciones, si es que así se les puede llamar, que parecen capítulos de novela negra; reuniones que se transmiten casi en directo, que parecen cambios de cromos de los que hacíamos en nuestra juventud; seriedad y responsabilidad nula.

Estos comportamientos no son inocentes, tienen un objetivo claro: el hartazgo de los ciudadanos y ciudadanas para llegar a conseguir una sociedad en la que ciudadanía “pase de la política” y la abstención de carta blanca a las derechas mas recalcitrantes, retrogradas y antisociales.

Todas estas situaciones tienen como únicos responsables a quienes actúan así, con impunidad e irresponsabilidad, pero todos y todas tenemos una parte de responsabilidad porque si están y continúan en las instituciones es porque las urnas los han elegido.

Debemos hacer que la política sea viva, que de soluciones progresistas a la ciudadanía y para ello debemos hacerlo con los ojos bien abiertos.