Joseba Etxezarreta: «Mientras no consigamos la soberanía política, los estados seguirán empleando una severa represión»

Bake Lacasa Joseba MantzisidorJoseba Etxezarreta Mantzisidor fue detenido por la Guardia Civil en su casa de Zornotza en marzo de 1998, con 47 años, y pasó cinco días incomunicado. Recuerda que en los largos interrogatorios era golpeado constantemente: «patadas y golpes constantes en todo el cuerpo, en la cabeza, en los testículos…». Después, pasó trece años en prisión.

 

– ¿Cómo fue tu detención?
Fue en Zornotza, a las cuatro de la madrugada. Bake y yo estábamos durmiendo cuando escuchamos un fuerte golpe contra la puerta de casa. Empezaron a gritar «¡abran a la Guardia Civil!». Me levanté, abrí la puerta, y quince encapuchados, vestidos de paisano, entraron a casa. Tres llevaban la cara al descubierto: el secretario judicial, el jefe de los guardias civiles, que llevaba barba, y el gigante que golpeó la puerta con el mazo. Este último llevaba uniforme y estuvo todo el rato junto a mi, unas cuatro horas. Uno de ellos me dijo «felicidades, hoy es tu día». Era el día de San José, y como yo soy Joseba… De allí me llevaron a La Salve.

– ¿Podrías relatar, en la medida de lo posible, el tiempo que transcurre desde el momento de la detención hasta tu paso por delante del juez?
En La Salve estuve todo el tiempo en una celda, desnudo y recibí insultos continuamente. Desde allí, me llevaron a Madrid en un coche, con la cabeza tapada y la cabeza entre las piernas. En la sucia celda de Madrid, me tuvieron tres días sin dormir, con la luz encendida, dando golpes en la puerta y con continuos insultos. Cada tres horas, entraban a la celda y, con la cabeza tapada, me ponían contra la pared y comenzaban los interminables interrogatorios, con patadas y golpes constantes en todo el cuerpo, en la cabeza, en los testículos… Algunas veces me llevaban a otro sitio para seguir con los interrogatorios, entonces también con golpes y patadas. Cada día el forense venía a la celda. Yo le preguntaba sobre Bake y él me respondía «está controlada». Yo, entonces, «no me dejan dormir y me están dando de hostias». «Coma y descanse», me respondía. Así pasaron los siguientes días y, tras firmar la declaración ante el abogado de oficio, me dejaron en paz el último día.

Una vez delante del juez Gómez de Liaño, le dije «no me han dejado dormir y me han dado hostias a discreción, pero eso usted seguramente ya lo sabe», y él me respondía diciendo cosas como «bueno, bueno…».

– ¿Has padecido consecuencias físicas o psicológicas tras tu paso por dependencias policiales?
No me gustaría hablar demasiado sobre este tema. Para mí no es más que un mal recuerdo. No creo que me haya dejado demasiadas consecuencias psicológicas. Me detuvieron con 47 años, ya sabía lo que era la vida y qué consecuencias podría acarrear la lucha por la libertad de Euskal Herria.

– ¿Cómo lo has vivido después?
Desde el principio he recibido una gran ayuda por parte de familiares y amigos. Sobre todo y por encima de todos, por parte de Bake.

– ¿Has pagado con pena de prisión tu paso por dependencias policiales?
Sí, estuve trece años en la cárcel.

– ¿Cómo o en qué contexto situarías todo lo relatado anteriormente?
La represión que sufrimos quienes hemos luchado y luchamos por la libertad de Euskal Herria tiene un mismo origen: las ganas de ambos estados de borrar Euskal Herria del mapa. Y la actual falsa democracia española seguirá utilizando todo tipo de artimañas, incluida la tortura.

– ¿Qué opinión te merece el estudio presentado por Paco Etxeberria y su equipo, donde se recogen miles de denuncias y testimonios de torturas en toda Euskal Herria durante más de cinco décadas?
Es un trabajo sobresaliente. Seguramente, en este «primer mundo» en que vivimos, no encontraremos ninguna represión similar. El estudio puede ser un paso importante para que lo «invisible» pase a ser visible.

– En la iniciativa de febrero del pasado año llevada a cabo en Zornotza, ‘Torturaren Aurpegiak, Berriro Inoiz Ez’, decenas de vecinos y vecinas de este municipio denunciaron haber sido objeto de torturas. Aún así, nos consta que son bastantes más las personas que han sufrido este método represivo. Sus testimonios recogen 50 años de calvario personal y colectivo. A tu juicio, ¿qué medidas serían necesarias para erradicar la tortura y garantizar que no se vuelva a practicar?
En el ámbito de la tortura se pueden tomar muchas medidas técnicas: cambiar la legislación antiterrorista, cámaras en las comisarías, abogados de confianza, medidas también para los traslados de una prisión a otra… Sobre esto, el relator de la ONU presentó un decálogo hace unos años. Pero, por encima de todas las medidas técnicas que se puedan adoptar, mientras no consigamos la soberanía política, los estados seguirán empleando una severa represión.