Son muchos meses los que a nuestra indumentaria hemos tenido que añadir la tan denostada mascarilla. Pasó de ser algo que no era necesario, de instar a no utilizarla porque creaba alarma, a ser obligatoria una vez celebradas las elecciones autonómicas. En todas las conversaciones nos acordamos de ella, nos molesta, no respiramos bien, nos produce picores, dermatitis… Es una medida de protección que estamos obligados a utilizar, al margen de las opiniones de detractores y de defensores. Una vez instaurada en nuestro día a día, nos queda por resolver qué hacer con ella tras su uso.

Vivimos en una sociedad en la que el reciclaje de los residuos es muy importante. Tenemos claro que hay que separar los residuos para que se pueda hacer un buen reciclaje. Desgraciadamente, queda mucho por hacer, ya que hay muchas personas que siguen sin
entender la importancia de la diferenciación de las basuras.

Que nuestro medio ambiente está muy deteriorado, es una realidad. Estamos destruyendo la naturaleza. No hay nada más que mirar a nuestro alrededor: montes con pinos enfermos, que los intereses económicos de unos pocos, van a repoblar con eucaliptos; vertidos tóxicos a nuestros ríos; contaminación del aire, sin escrúpulos. La lista, desgraciadamente, es larga.

A los residuos habituales, en este año hemos añadido uno más: la mascarilla. Somos
muchas las personas que nos preguntamos, por qué desde el ayuntamiento de nuestro pueblo no se articula un sistema de recogida de las mascarillas, que tanto bien haría al medio ambiente.

Hay empresas que están ofreciendo sus servicios para reciclarlas. Es sencillo, diferenciar la recogida entre mascarillas quirúrgicas y mascarillas FFP2. Ya que desde el Ayuntamiento, que debería ser el promotor de esta recogida, no se toma la iniciativa, tendremos que ser la ciudadanía quienes exijamos que se articulen campañas de concienciación para reciclar las mascarillas, así como puntos de recogida para las mismas.

Cuidar el medio ambiente es cosa de todos, tuya también.