¿Qué está pasando en Zornotza?

En los dos últimos meses somos muchas las personas que hemos tomado parte en las concentraciones de repulsa a las diferentes agresiones que han sufrido algunas personas, jóvenes en concreto, en el pueblo. Esto desgraciadamente no quiere decir que antes no las hubiera, sino que muchas no se han denunciado. Desde hace meses venimos sufriendo lanzamientos de objetos a viviendas, a vehículos… habiendo sido el siguiente paso las agresiones citadas.

Es de alabar y animar a quienes han sido y son agredidos, por dar el paso y denunciarlo. Hay que decir que han sido valientes, y muchos vecinos y vecinas, como no, sus amigos y amigas y gente cercana, les hemos demostrado nuestro apoyo, nuestra indignación, pero no tienen cobertura institucional. Se han vivido agresiones homófobas, machistas, agresiones de todo tipo.

Es incomprensible que un pueblo tenga que ver como sus vecinos y vecinas son amenazadas y agredidas por su orientación sexual, y que aquellos y aquellas que les defienden, también lo sean. Es triste que esos agresores, con nombres y apellidos, se oculten tras el velo de la prepotencia y de la impunidad y por si esto fuera poco, se vanaglorien de sus agresiones utilizando las redes sociales.

Desgraciadamente las agresiones de todo tipo, se suceden. Agresiones que no se deben obviar ni dejar sin respuesta. Más que agresiones, deberíamos llamarles delitos. Hechos que están tomando un cariz que puede llevarnos a situaciones irreversibles.

Estos hechos no se pueden esconder tras las acusaciones a personas extranjeras. No nos engañemos, quienes las están llevando a cabo son vecinos y vecinas de nuestro pueblo, de pueblos cercanos, nuestros vecinos y vecinas.

A estos delitos no se les puede dar respuesta con el ojo por ojo, diente por diente. La respuesta tiene que ser otra. No queremos personas que nos amedrenten ni agredan. Queremos convivir y podemos hacerlo, hay espacio para todos y para todas, respetando al de al lado.

Desde las instituciones la respuesta no puede ser definir a los jóvenes como “irresponsables e insolidarios”, diciendo que “Con un toque de queda esto no pasaría”. La responsabilidad de estas situaciones es compartida y no se soluciona echando balones fuera. Por suerte, la mayoría de los jóvenes han sido y son solidarios y responsables, lo han demostrado con creces. El encerrarnos a todos en casa, oficialmente llamado toque de queda, no puede ser la solución del Gobierno Vasco. Eso sería ocultar una realidad y no darle solución.

Tal vez sería mucho más sensato que desde las diferentes instituciones, centros de educación o familias, se valorara qué modalidades de ocio se ofertan a la sociedad y qué valores se transmiten.

No vale criticar los botellones ahora, antes también había. Tal vez ha sacado a relucir el problema que antes se escondía tras un tipo de ocio que era a puerta cerrada, al que se hacía la vista gorda, y que sólo sufrían los vecinos de los alrededores. Ese tipo de ocio ahora no existe y eso está sacando a los ojos de todos y todas, una triste realidad. Botellón no es sinónimo de violencia ni de agresividad.

La violencia y la agresividad no se combaten con más violencia y más agresividad, ni recortando libertades. Entre todos y todas tenemos que revertir lo que está sucediendo en nuestro pueblo. Estamos a tiempo, no esperemos a que sea demasiado tarde.