Solidaridad sin manipulacion

La invasión de Ucrania por parte de Rusia, nos sitúa de nuevo ante la más burda de las manipulaciones y de las atrocidades. El no a la guerra de la mayoría de las personas es un no verdadero y de denuncia del mayor de los horrores como es el matar a civiles, destruir pueblos y vulnerar derechos. En el siglo XXI utilizando las armas para someter al otro, ¿cómo es posible?


La solidaridad y organización de la gente de a pie para ayudar a quienes lo necesitan, una vez más demuestra que está por encima de quienes nos gobiernan. Hay otra solidaridad, la dirigida y que manipula, que es cosa de dos días y que lejos de ayudar, crea desinformación, decepción y frustración.

Haciendo memoria, Palestina ya no es noticia, pero Israel sigue matando a palestinos. Qué decir de lo que pasa en los campamentos Saharauis, que tampoco es portada de la mayoría de los periódicos. La situación de Siria parece que es historia pasada. En Afganistán, los talibanes tomaron el poder. Ya ningún informativo abre sus portadas con la situación de las mujeres en ese país, esas que parecía tanto preocupaban. Ahora Ucrania y Rusia, donde se están vulnerando todos los derechos, son los países y sus gentes los que son portada.

Se fomentan los roles de buenos y malos, héroes y villanos. Se envían armas como ayuda a la paz. ¡Qué gran ayuda! Se renuncia a los enfrentamientos deportivos con equipos rusos, pero en Israel se sale al campo con un cartel de no a la guerra, obviando que es un país que está oprimiendo y matando a palestinos. Se juegan partidos en ciudades como Dubai, donde las libertades y el respeto de los derechos fundamentales brillan por su ausencia. ¡Cuanta hipocresía! ¿Desde cuándo es esto solidaridad?

Mientras los gobiernos envían armas, en pueblos y ciudades se recoge ropa, calzado, alimentos, medicinas…. Se abren las puertas de las casas para acoger a quienes huyen de la muerte y del terror.

La solidaridad es eso, abrir los brazos, las puertas, a quienes se ven obligados a huir del horror, de la opresión, del hambre, de la injusticia social, de la muerte. La solidaridad no es cosa de unos días, desgraciadamente es larga en el tiempo y en las necesidades.

La solidaridad es acoger a quienes lo necesitan, pero no para darles limosna, pobreza y penurias. Acogida es dar trabajo, vivienda, educación, sanidad, que les permita ser ciudadanos y ciudadanas de pleno derecho, sin olvidarnos que les obligaron a salir de sus casas, de sus países, y no precisamente para hacer turismo.