Son migrantes, ¿y?

Históricamente las crisis las han sufrido, que no provocado, las personas más vulnerables. Desde el poder económico y desde algunos sectores del poder político siempre se ha intentado justificar las crisis, sean del signo que sean, echando balones fuera.

La migración no es algo que nos resulte ajeno. Por lo tanto, no es loable que ahora culpemos a los migrantes de las consecuencias de las políticas neoliberales que llevamos muchos años sufriendo.

Una persona que tiene posibilidad de vivir en su pueblo, con las necesidades básicas cubiertas, no se va con una mano delante y otras detrás. Se acusa al colectivo migrante de vivir a costa de las ayudas sociales. Se les acusa de no querer trabajar. Se les acusa de venir a quitar el trabajo. Se les acusa del aumento de la delincuencia. Se les acusa de ser trasmisores de ciertas enfermedades. Se les acusa de lo que sea, haciendo el juego a quienes se están enriqueciendo en nombre de las crisis, guerras… en definitiva, a quienes no tienen escrúpulos.

Hay personas que se han visto obligadas a abandonar sus casas, teniendo que elegir entre vivir o morir. Irak fue destruido, argumentando que tenía armas de destrucción masiva. Armas que ni nadie ni nunca se encontraron. Lo que si tenía era petróleo, con el cual se enriquecieron unos pocos y nunca revirtió en la mejora del país ni de las condiciones de vida de sus gentes. Este es un ejemplo pero hay muchos, Siria, Rumania, países africanos…

Los gobernantes, unos directamente, otros apoyando y otros mirando hacia otro lado, han dado el visto bueno al saqueo a muchos pueblos, incluso creando vallas para evitar que busquen una vida mejor. Dejan que se mueran en lanchas, impidiendo la salida en su búsqueda. Gobernantes que no han tenido escrúpulos haciendo de la corrupción un derecho.

Que no nos engañen. Quienes salen de sus países en condiciones infrahumanas, quieren trabajar, quieren formarse, quieren integrarse en nuestras sociedades, igual que lo hicieron todos aquellos que salieron de muchos pueblos de España, no hace tantos años, para venir a Euskal Herria porque había trabajo y futuro.

Nadie sale de su país, dejando todo atrás, en patera o en el motor de un camión, no sabiendo lo que le espera, porque le han dicho que hay ayudas sociales. Las ayudas sociales no las perciben únicamente los migrantes, miremos a nuestro alrededor y veremos que muchos perceptores tienen 8 apellidos vascos.

No hay que juzgar al migrante por el hecho de serlo, ni culpabilizarle de las crisis y la pobreza. Si las políticas de empleo fueran eso, políticas, y los salarios serian dignos, no se necesitarían ayudas. Si la vivienda tuviera un precio real, no un precio basado en la especulación, todos tendríamos un techo donde vivir. En definitiva, si las políticas neoliberales y capitalistas fueran cosa del pasado, viviríamos en un mundo mejor.

El migrante tiene derecho a vivir, exactamente igual que lo hicieron los migrantes de épocas anteriores. No caigamos en la trampa del menosprecio al diferente, de la culpabilización de los males de nuestra sociedad al migrante.

Mientras gastamos nuestra energía en negar los derechos de los migrantes, los gobiernos siguen sin legislar políticas que aseguren un trabajo digno, un derecho a la vivienda, una sanidad universal, una educación con garantías… y favoreciendo a la banca, a las multinacionales….

Dejemos de ver al migrante como a un enemigo. El enemigo es el corrupto, el que niega las libertades, el que se enriquece a costa del trabajo de los demás. No el que busca una vida digna.