Verano catalán y bochorno vasco

Pep Guardiola y Carles Puigdemont.

Llegamos al ocaso del curso político con una confrontación final en ciernes, entre el pueblo catalán y el Estado. Nos toca apoyar, aprender y organizarnos para aprovechar esta oportunidad que, o mucho cambian las cosas, o difícilmente afrontaremos un proceso soberanista y de soluciones democráticas en Euskal Herria, con las posibilidades que nos ofrece este tiempo político.

El choque es inminente, falta por saber en qué términos y con qué intensidad se dará, ya que si la voluntad del pueblo catalán no ha dejado lugar a la duda, también somos conocedores de todas las maniobras que las estructuras de Estado son capaces de poner en marcha. Desde el frente mediático, pasando por las argucias jurídicas dentro y fuera de los despachos ministeriales, hasta el desembarco, como apuntara hace ya tres años el periodista Txente Rekondo en una charla ofrecida en Zornotza, de numerosos miembros del CNI y de los diferentes cuerpos policiales en territorio catalán.

Atendiendo a la variedad de las opciones políticas que han apostado, no sin dificultades, por este proceso, e incluso al contenido de la propia pregunta del referéndum, la sociedad catalana no solo afronta un cambio de marco jurídico-político, también apostara o no por un sistema representativo más democrático, asentado en otro modelo social más justo y solidario. Cabe reiterar, como desde la propia sociedad catalana mediante numerosos agentes y entidades, hasta sus representantes político-institucionales, han logrado mantener constante, con más o menos intensidad, el compromiso por un proceso de secesión democrático y plural.

Los procesos de independencia aquí y en el resto del continente, siguen siendo la opción de aquellos pueblos sin Estado que pretendemos construir nuestro futuro en términos de igualdad, solidaridad y justicia social. El “pase” europeo se construirá conforme avancen estos procesos, y quizá no dependerá tanto del previsible veto de los estados implicados, como de la viabilidad de las propuestas y los proyectos de país que se pongan encima de la mesa. Procesos progresivos con tiempos y escalas diferentes atendiendo a las características, recorrido y realidad de cada pueblo.

La independencia supone arriesgar, pero también ilusión y voluntad de cambiar para que las cosas cambien. Más allá de un sentimiento, día sí y día también, se convierte en necesidad. Esos mismos medios de comunicación que la denigran, llenan sus cabeceras con corrupción, criminalización, precariedad…. las llenan de dependencia. A esto nos abocan los que desde Madrid niegan y persiguen la unilateralidad, y los que desde Gasteiz apuestan por una bilateralidad mercantil.

Para cerrar el curso, y el artículo: Piperekin errepresaliatu guztiak etxean nahi eta behar ditugu BIZIRIK! Y con ayuda de Jon… Gora Euskal Herri independientie!

Nota: con las fiestas encima y tras haber leído alguna recomendación municipal, más allá de trabajar y dormir para solamente existir, humildemente os invito a trabajar, disfrutar e incomodar para que muchos y muchas dejen de subsistir.