La situación que está viviendo la mayoría de la sociedad es muy dura. La pandemia, la invasión de Ucrania… están siendo el escenario ideal para echar balones fuera. Está sirviendo para que los recortes y las privatizaciones sean galopantes.
La invasión de Ucrania por parte de Rusia, nos sitúa de nuevo ante la más burda de las manipulaciones y de las atrocidades. El no a la guerra de la mayoría de las personas es un no verdadero y de denuncia del mayor de los horrores como es el matar a civiles, destruir pueblos y vulnerar derechos. En el siglo XXI utilizando las armas para someter al otro, ¿cómo es posible?
Los árboles son vida. Igual que sucedió en el barrio de Larrea con la tala de varios árboles que “estorbaban “para la construcción del parque de la tirolina, ahora ha ocurrido el barrio de Ogenbarrena. Con motivo de la urbanización de parte de dicho barrio se han talado los árboles que existían en la acera. ¿No existe otro modo de realizar las obras? ¿No se pueden modificar respetando los árboles?¿ O en el último caso no se pueden trasplantar a otro lugar?
La recién aprobada ley Tapia, es lo que en mi pueblo siempre se ha llamado hacer trampas al solitario. Pueden intentar venderla como quieran, pero su único fin es pasar por encima de ayuntamientos y concejos. No es casualidad lo de esta ley. PNV y PSE tienen una estrategia clara: ningunear a quienes no les votan. Y qué mejor que con una ley que se lo permita. Ley hecha a su medida, cómo no. Lo que no ha conseguido en las urnas, lo consigue a través de una ley ad hoc.
El coronavirus ha puesto en evidencia los grandes fallos de la globalización. Esta acarreando secuelas indeseables y situaciones de gran incertidumbre.
La palabra globalización, la verdad que no sonaba muy bien cuando la empezamos a oír. Y empezó a chirriar cuando se empezó a ver quienes la defendían y defienden, a ultranza.