Conocer otros pueblos, otras culturas, siempre es enriquecedor. Las diferentes formas de vida, de costumbres y de arquitecturas aportan, tanto a quien las transmite como a quien las recibe, un importante bagaje formativo. Las consecuencias del intercambio cultural siempre son positivas, puesto que el aprendizaje es muy importante.
Esta forma de adquirir conocimientos y de compartirlos, nada tiene que ver con ese turismo ligado a la masificación y al consumo desmesurado, que desde diferentes ámbitos se nos está imponiendo. Es una burda manipulación en la que estamos cayendo sin medir sus consecuencias, que de positivas nada tienen.
Este turismo no trae riqueza ni conocimiento, sino todo lo contrario. Estamos viendo, cada vez más cerca, que el fomento de este tipo de turismo va ligado al enriquecimiento de unos pocos, a costa del empobrecimiento de otros muchos.
La apertura de la veda de pisos turísticos, de obras faraónicas para atraer turistas, están suponiendo para quienes viven en esos pueblos, imposibilidad de vivir donde siempre han vivido y donde quieren seguir viviendo.
El Alcalde de Donostia dejó muy claro lo que para el PNV es turismo y a quién va dirigido: “Querer envejecer en tu barrio es un poco exquisito”. Con un alcalde que hace este tipo de afirmaciones, queda claro que no está pensando en el bienestar de la gente de su ciudad, sino que está fomentando el lucro, sin pudor, de unos pocos.
Tratan de “vender” su turismo ligándolo a bienestar de la ciudadanía, cuando lo única que aporta es empobrecimiento, como consecuencia del encarecimiento de necesidades básicas, como es la vivienda.
Vivir en las capitales se está convirtiendo en misión imposible. No se gobiernan ni se diseñan pensando en el bienestar de sus habitantes. No les importa destruir zonas de gran valor para hacer macro obras dirigidas a quienes poco nos van a aportar.
La carestía de los pisos en las capitales está suponiendo que quienes siempre han vivido en ellas, dejen de hacerlo ante la imposibilidad de hacer frente a esos precios. Mientras, se fomenta la llegada de miles de personas en cruceros, con lo que ello supone en cuanto a movilidad y elevación desmesurada de los precios de muchos servicios.
Este afán de fomentar el turismo desmesurado está poniendo en peligro la Biosfera de Urdaibai, así como las costas. Proyectos de edificaciones masivas en zonas costeras, ese segundo Guggenheim que el Diputado Rementeria dijo que se iba a hacer si o si en Urdaibai. supondrá la destrucción de la Biosfera de Urdaibai.
Los planes urbanísticos se adecuan a las necesidades de quienes hacen negocio de este tipo de turismo, como son grandes empresas constructoras, curiosamente siempre ligadas a ciertos nombres. No les importa destruir el patrimonio cultural e histórico para el enriquecimiento desmesurado de unos pocos.
Que nadie se haga trampas, este turismo no crea empleo, ni mejora de la calidad de vida, sino todo lo contrario.
Si no queremos que Euskal Herria se convierta en una segunda Venecia, a tiempo estamos de frenar esos intereses alejados del interés de la mayoría de la población.