Consideramos a la objetividad como una acción inspirada por la razón y no por los impulsos afectivos, primarios, en tanto que podríamos definir a la subjetividad como el pensar y actuar sin analizar la realidad en que se vive, fiados de una opinión que está condicionada por tabúes culturales, inercias sociales y determinismos históricos. Ya lo decia Voltaire: “Los progresos de la razón son lentos; las raíces de los prejuicios, profundas”.
Han pasado diez días desde que se filtró la noticia de que los de La Manada iban a salir de prisión mediante el pago de una fianza. Desde entonces ha llovido mucho y esperemos que se haya empapado lo suficiente el interior de ciertas mentes anquilosadas o simplemente perversas para que, en adelante y en situaciones similares, se actúe como corresponde y siempre en beneficio de la víctima.
Toda aplicación de la justicia, por muy clara que se exprese la ley en sí misma, lleva inserta un componente de subjetividad que no está exento de adscricciones ideólogicas o de la existencia de estamentos jerárquicos que las condicionen. En mi estructura de pensamiento, de ir desbrozando el contexto, llego a vislumbrar distintos fondos de la cuestión.
Se ha puesto en evidencia el voto particular que ha emitido un juez, donde venía a decir que en el video él únicamente veía expresión de gozo en el rostro de la mujer. Es decir, usaba el mismo argumento utilizado en este y en todos los casos en los que ha habido violencia contra la mujer.
Es inconcebible que un juez, ante unos hechos tan irrefutables (como la prueba de un video…), adopte una decisión tan diametralmente opuesta a la justicia; por lo tanto, en el fondo de la cuestión y en mi forma de valorar las cosas, lo que realmente subyace aquí es el concepto de jerarquía. Es decir, todo sería debido a la adscripción, válgase también usar el término de presión, a las instituciones que dos de los encausados representan.
Como decía Honoré de Balzac, las leyes son como las telas de araña, a través de las cuales pasan libremente las moscas grandes y quedan atrapadas las pequeñas. Y hasta el momento, si en la lucha diaria no somos conscientes de la necesidad de romper esta dinámica, las mujeres seguirán siendo atrapadas.