La libertad hace aguas

No recuerdo muchas mañanas sin haberme desperezado con sus páginas. El aturdimiento del sueño nocturno chocaba con las portadas del Egin, hoy espabila con las del Gara.

Sirve de poco hablar de progreso cuando vuelven a pulsar el interruptor de la luz, pero estamos acostumbrados a caminar en penumbra, nada ilumina más que saber de donde venimos, ya sea de las campas de Urdiain comiendo un bocata en la txosna de ICU, de visita con el Euskadi Información bajo el brazo o esta misma mañana frente a los titulares con los colores del NO-DO.

Son décadas de andadura donde Punto y Hora, Ardi Beltza o Kalegorria también quedaron en el camino. Levantar alfombras, remover la mugre para que su hedor nos resulte insoportable, acercar realidades lejanas hasta que nos hagan daño.

Pasaron también los años del “Egin apunta, ETA dispara” EGItxu, el tiempo moldea el lenguaje dependiendo de las circunstancias y los que ahora aparentemente se escandalizan pintaban dianas virtuales en su día. Entre otros el “halcón de Lemona”, alumno aventajado del Pacto de Ajuriaenea y del “demócratas y violentos” o del posterior “todo es ETA” cantado a coro con Garzón.

Esta espiral también arrastró a Egunkaria años después, el Estado por boca de Aznar se atrevió, vaya si lo hizo. Medio de comunicación cerrado, periodistas y euskaltzales torturados, todo un alarde del que al parecer los y las catalanas no tomaron buena nota.

Confebask hoy como ayer calla, los trabajadores de Egin o Egunkaria les merecen el mismo respeto que los del Gara, ninguno. Seamos honestos, el pensamiento único que tanto criticamos siempre va precedido y acompañado de la información única, la construcción del primero necesita de una previa siembra informativa y esto mismo pasa en Euskal Herria, Catalunya u Oriente Medio. Lo complicado sigue siendo salirse de la línea predominante para construir un relato alternativo que hoy por hoy sigue convenientemente oculto o negado.

Más de lo mismo en Venezuela donde siguen proclamando mandatarios a miles de kilómetros. La perla del Caribe y la Amazonia se torna tan negra como el petróleo que atesora. Con un gobierno Bolivariano quizá en su momento más crítico tanto en lo político como en lo económico y financiero (el bloqueo de 10.000 millones de dólares en activos del Estado venezolano en el exterior), la oposición ha “encontrado” en Guaidó un nuevo mesías para tratar de enmendar la anterior intentona de Capriles.

Por su parte en la agenda negociadora de Estados Unidos han entrado desde Corea del Norte hasta los talibanes en Afganistán. En Venezuela por el contrario no hay margen para el gobierno de Maduro, tampoco lo hubo para el ejecutivo de Chavez en una espinosa vereda que abarca ya las dos últimas décadas.

EEUU necesita cuadrar Sudamérica y Venezuela es otra codiciada pieza que se une entre otras a Colombia y Brasil. Ser un socio de tercera ante Rusia o China nunca lo han llevado bien, desde Reagan a Trump, desde Clinton a Obama.

Y es que el proceso Bolivariano abarca ya a cuatro inquilinos de la “casa oscura”, tres de los mencionados más Bush hijo, otra perla.

Europa se pliega, los márgenes negociadores para abrir un proceso de diálogo basado en el respeto a la soberanía del pueblo Venezolano, se pierden entre tanta cloaca ávida de intereses que poco tienen que ver con la libertad y la democracia. Con unas fronteras susceptibles de convertirse en lanzaderas bélicas, de manera abierta o solapada la confrontación está servida.

¿Quién habló del final de la guerra fría? Frenados sus desmanes en Oriente Medio el punto de mira de “mister ranger”, Hugo Chavez dixit, apunta a Venezuela en pleno siglo XXI. Hasta “nuestra derecha” lo ha dejado claro y esta vez el apoyo ha ido más allá que los balbuceos de un Anasagasti desatado.

El gobierno de Urkullu debería tener en cuenta que no solo representa a ciertos parroquianos del batzoki o correligionarios económicos de Neguri, pero una vez más el botín es demasiado jugoso. Tal como apuntan diferentes periodistas, eso si fuera de la órbita de ETB o La Sexta, los intereses jeltzales en Venezuela tienen más que ver con el expolio de sus recursos, que con la intención de buscar una salida en clave democrática.

Y en esas y otras, el proceso contra Gara sigue su curso dejando patente que no era el medio de comunicación en sí el objetivo de semejante Garzonada. La deuda económica que arrastraba Egin tras su cierre y endosada a Gara, tiene como nexo de unión la supuesta “sucesión ideológica” que relacionaba a un medio con otro.

De esta manera la propuesta estatal se muestra bien a las claras, lo que no consiguieron eliminar del tablero de juego en el anterior ciclo, quieren hacerlo en este. Pretenden hacer valer su arquitectura jurídica ad hoc para explicar lo inexplicable y conseguir eliminar o reducir todo lo posible el hueco que ocupa Gara, antes Egin, para un sector muy importante de nuestra sociedad, y toda información u opinión que alimente el espíritu político crítico al margen de las grandes compañías mediáticas y con perspectiva de pueblo, pueblo vasco.

En este orden de cosas no tardarán mucho los voceros políticos y mediáticos, con y sin megáfono, en relacionar todas las reivindicaciones en favor de la libertad de expresión o en contra de la politización de la justicia, con un presunto intento de obtener réditos electorales por parte de los independentistas de izquierdas. Pero ojo, entre tanto ruido procuremos no confundir los movimientos partidistas con los políticos, ya que este último golpe a Gara ha sido precisamente eso.