La memoria y el relato

memoriaLa memoria, una palabra que aglutina 80 años de nuestra historia reciente. A la vista de los planteamientos e iniciativas de unos y otros, ¿cómo podemos conseguir un relato compartido, cuando parte importante de esa memoria colectiva muestra bastantes más sombras que luces?

 

¿Cómo revertir la cultura de una única verdad, cuando siguen siendo silenciadas muchas verdades que han ido alimentando el dolor y el sufrimiento en nuestro pueblo?

Sin duda son estas últimas décadas las que mayor parcialidad suscitan tanto en la memoria como en el relato. Pero si bien acordarse de lo que uno quiere es legítimo, aportar solamente esa única verdad al relato supone un obstáculo para poder dar definitivamente carpetazo a más de 50 años de confrontación político-militar. La memoria y el relato de lo ocurrido dependerá directamente del modo en el que se cierre el contencioso, ya que si este se hubiera terminado en 1988, 1998 o en 2005, ¿Estaríamos hablando en los términos actuales?

La pugna política se circunscribe al modo de interpretar la historia reciente. Pero al contrario de lo que asegura la versión oficial, la despolitización de la memoria no ayuda a superar las dinámicas del pasado, ya que no habrá verdadera convivencia sin la resolución de los aspectos políticos que han generado y sustentado el conflicto. En ese sentido la autocritica es la base fundamental para afrontar este escenario con honestidad, partiendo de la responsabilidad que tengamos del sufrimiento infligido en el pasado.

La insistencia con la que el resto del arco político pide a la izquierda abertzale un repaso crítico de su historia es clarificador, ya que en el fondo no pretenden que diga lo que piensa sino que piense lo que ellos dicen, para que de esta manera deje de ser lo que es. Pero, ¿qué hay del resto? Nuestra historia reciente muestra claramente que la “ley” actuó con unos y no lo hizo con otros. La excepcionalidad jurídica ha promovido la superioridad moral de quienes han tenido responsabilidades institucionales durante décadas de conflicto, o ¿acaso no fue el PNV uno de los promotores de la actual política penitenciaria?

La solución al conflicto no se hará con arreglo a lo que opina solo una de las partes. Aquí, el relato de vencedores y vencidos sigue siendo promovido entre otros, por algunas asociaciones de víctimas. A día de hoy lo que no puede estar a debate es el hecho. Una víctima lo es venga de donde venga, y como tal merece nuestro reconocimiento y respeto. Cosa bien distinta es utilizar la condición de víctima, para deslegitimar esa misma condición a las víctimas de la otra parte, intentando dirigir la resolución del conflicto a un arreglo meramente técnico o policial.

Necesitamos honestidad para superar el dogma de una única verdad y asumir un fracaso colectivo y responsabilidad para gestionar este momento histórico de manera justa y racional. Debería ser precisamente la asunción y la incorporación al relato de todas las verdades, el legado para que las siguientes generaciones tengan una lectura global y real del conflicto, como mejor garantía para que lo ocurrido no se vuelva a repetir.