Las voces invisibles

No importa el tiempo que haya pasado, los relatos de tortura estremecen a cualquiera, ya que cualquiera podría haber sido objeto de torturas en los últimos 50 años. Compañeras, hermanos, madres, hijos… han ido pasando por los cuartelillos para hacer frente al tormento en manos de los “funcionaros del estado”.

Pero conviene enfocar esta realidad, mirando todas sus vertientes y situándolo en un contexto de confrontación política que a día de hoy seguimos sin poder dejar atrás.

La concatenación de miles de casos de tortura durante las últimas décadas, nos muestra una práctica que se ha aplicado de manera sistemática y que ha afectado a diferentes generaciones.

Algunos tan dados a reprochar lo que supuso la “socialización del sufrimiento”, olvidan o miran hacia otro lado cuando se trata de la “socialización del miedo”, ya que la tortura más allá del sufrimiento físico, supone eso, la anulación de la persona y su entorno social mediante la amenaza del tormento impune.

Aplicando la tortura han intentado silenciar y desactivar las reivindicaciones y el activismo político, social o cultural. A base de golpes, electrodos o amenazas de de todo tipo, han arrancado autoinculpaciones o delaciones, haciendo que el periodo de tormento en los cuarteles se alargara al infinito, mediante condenas judiciales a décadas de años de prisión.

La tortura ha sido utilizada como arma de guerra, que también en el caso de Zornotza une a diferentes generaciones tan distanciadas en el tiempo, como unidas en la voluntad de denunciarla e intentar erradicarla.

De los testimonios recogidos en esta web, cobran especial relevancia los aportados por Bake Lacasa y Saioa Agirre, ya que la tortura tampoco es ajena a la violencia machista que sufren las mujeres.

Este mismo mes se está llevando a cabo el juicio contra cuatro guardia civiles acusados de haber torturado a Sandra Barrenetxea. Cabe señalar también, la condena del tribunal europeo de derechos humanos al estado español, por no investigar la denuncia por torturas de Beatriz Etxebarria, detenida por la guardia civil en marzo de 2011, en la cual declaro haber sido violada.

La tortura no es algo del pasado, no es algo superado, desgraciadamente sigue formando parte de la realidad que vivimos. Siguen existiendo todos los elementos que la convierten en una amenaza real: la impunidad de los diferentes cuerpos policiales, así como la incomunicación y la falta total de garantías bajo el amparo de la “ley antiterrorista”.

Vayan estas últimas líneas para la señora Beltran de Heredia: decir que no ha habido ninguna condena por torturas en contra de la Ertzaintza, explica poco y convence menos.

El “sin condena, no hay delito” se lo explica usted a Paco Etxebarria y su equipo, o a los profesionales de la medicina que han ayudado a poner en práctica el “protocolo de Estambul”.

Y es que el “repaso crítico de lo ocurrido”, nos corresponde a todos y todas sin excepción, también a los responsables políticos de los sucesivos gobiernos autonómicos.