Planteamiento e iniciativa política

abian

La izquierda abertzale está realizando un proceso interno de reflexión.

Podríamos resumir en estos términos las carencias de las que adolece principalmente nuestra actividad política. Nos valdrían también para entender, en una parte al menos, el último tortazo en las urnas en una campaña de perfil netamente estatal, que aún con el riesgo de que se pueda volver a repetir y desde un punto estrictamente electoral, si algo han estimulado ha sido la apatía y la desmotivación.

Tras los resultados del 20D, poco o nada ha cambiado el futuro para los independentistas de izquierda y para todas aquellas personas que queremos construir una Euskal Herria libre y democrática. La situación de bloqueo no tiene visos de cambiar; un simple cambio de inquilino en Moncloa, no aporta ningún activo para afrontar la realidad que supone gestionar un estado plurinacional con reivindicaciones independentistas potentes, y mucho menos para garantizar un cambio real en el modelo socio-económico, que intenta arrebatar a la ciudadanía una serie de derechos conquistados, al pasar de un modelo malo a otro peor y tratar de convencernos de que lo que hemos perdido es irreversible.

En este contexto electoral, cabe una mención especial a Catalunya. Valorar lo ocurrido allí únicamente poniendo el foco en la decisión de la CUP, no es justo ni para esa formación, ni para conocer y entender la trayectoria política del procés estos últimos meses.

El futuro sigue siendo incierto, pero no tanto por la posibilidad de nuevas desavenencias entre las diferentes formaciones o las entidades soberanistas, sino por la respuesta de la sociedad catalana a la hora de seguir impulsando el proyecto independentista.

Y entre nosotros, ¿donde han quedado las bondades de cambio de ciclo? Aún asumiendo el avance en la creación y estructuración del frente amplio, siguen faltando dos elementos básicos para redondear ese trabajo: clarificar y plantear en que queremos convertir ese frente, y que caminos y herramientas utilizar para adaptarlo al proceso y al contexto político actual. A esto tendríamos que añadir que en la gestión institucional desarrollada hasta ahora, hemos buscado con un calendario a corto plazo, objetivos que requerían más tiempo y trabajo.

La apuesta estratégica ha cambiado la lógica política con la que trabajábamos hasta ahora, así nos hemos encontrado gestionando importantes instituciones sin haber desarrollado y actualizado el proyecto que debía llevarnos a gestionarlas. En ese caso la realidad nos ha dejado donde estábamos, construyendo un proyecto de liderazgo para un futuro, pero en una situación pre-institucional en el presente.

Decía alguien que era tiempo de “abrir las ventanas y airear la casa”, a lo que tendríamos que añadir un cambio en el mobiliario. Sin buscar culpables, con una humilde y sencilla asunción de responsabilidades, pero no desde el colectivo hacia la persona, sino desde las personas por el bien del colectivo, que evite choques y frentes y que posibilite y lance un relevo necesario a día de hoy. Ordenemos la casa, abiatu gaitezen.

Por último, y esperando formar parte de un epílogo compartido sobre esta cuestión, en lo que se refiere a las consecuencias del conflicto y más concretamente a la lucha para conseguir traer a casa a todos y todas las represaliadas políticas, conviene decidir si nuestro camino debe seguir siendo consecuencia de un error colectivo, o de la decisión política de los colectivos. En nuestras manos está seguir siendo parte del problema, o protagonistas de la solución. Y en ese camino, NO SOBRA NADIE.