Consideramos a la objetividad como una acción inspirada por la razón y no por los impulsos afectivos, primarios, en tanto que podríamos definir a la subjetividad como el pensar y actuar sin analizar la realidad en que se vive, fiados de una opinión que está condicionada por tabúes culturales, inercias sociales y determinismos históricos. Ya lo decia Voltaire: “Los progresos de la razón son lentos; las raíces de los prejuicios, profundas”.